viernes, 14 de septiembre de 2012

El tiempo en París y los parisinos

El tiempo en París es un asco. Partamos de ahí. 

Para el negocio de los que venden chubasqueros y paraguas es buenísimo, turismo va a haber llueva, nieve o truene. Los turistas van con sus capas de lluvia y tan felices, a ver la Torre Eiffel (que también se frota las manos, porque los días de lluvia no se puede subir a pie, y hay que coger el ascensor, que es más caro).
Los parisinos estarán acostumbrados, y que llueva les da absolutamente igual, ellos hacen su vida normal, y al primer rayo de sol que asoma se lanzan como locos a ocupar los parques y hacer la pelouse (no sé si se escribe así, es eso de tirarse en el césped, los gabachos le ponen nombre).
Para los que somos de secano es otra cosa, no sabemos hacer nada si el día está así de feo (todas las actividades de interior son caras hasta decir basta, así que en casa quietos).

Esta semana ha llegado el otoño a París. Así, sin avisar. Empezó la semana con temperaturas de 30 grados, sol, buen tiempo... y de un día para otro empieza el diluvio universal. Bajan las temperaturas hasta los 15 grados máximo, lluvia y fresco en general.
Las personas normales, que somos de Burgos, en cuanto empieza el fresco guardamos las sandalias y los pantalones cortos en el armario y sacamos los zapatos y la cazadora (si somos de Burgos y seguimos en Burgos, los zapatos y la cazadora no se habrán ido en ningún momento del armario, si somos de los que nos hemos ido a Mañolandia habrá que sacar esas cosas de algún sitio catalogado como "ropa de invierno"). Pues los parisinos no. Se aferran al buen tiempo, aún a sabiendas de que no va a volver. No pierden la esperanza de que en algún momento del día se abran un poco las nubes y vean durante 10 minutos el sol. Así que sienten la necesidad de exponer parte de su cuerpo, por si pudiesen hacer la fotosíntesis. ¿Que vamos con jersey y gabardina? No importa, vamos a ponernos unos pantalones piratas y unas sandalias. ¿Llevo un abrigo de invierno? Da igual, yo me pongo una falda corta sin medias, y unas sandalias.

Así que así ando, incubando un catarro gabacho, que seguro que es peor que el español. Y eso que no me he dedicado a mimetizarme con los parisinos, yo voy con mis zapatos, mis pantalones largos, mi jersey y mi chubasquero (de los normales, no de los de turista). Y pensar que en mañolandia sigue siendo verano...

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