miércoles, 19 de septiembre de 2012

Transporte público

Para ir al trabajo tengo unos 45 minutos de RER (cercanías), a los que hay que añadir media hora de desplazamiento a pie para llegar a la estación y posteriormente al trabajo.
No os podeis imaginar la fauna que puebla la línea B del RER. Yo que no estoy acostumbrada a este tipo de transporte, que como mucho me muevo en el bus urbano de mañolandia (que es de lo más normal), estoy alucinando.
Para empezar, la gente se duerme y se despierta como si nada al llegar su parada. ¿Cómo son capaces de hacer eso? Yo ni loca cierro los ojos, que en cuanto me duermo en movimiento abro la boca y se me cae la babilla, y me veo despertándome en la última parada, o en la primera... pues esta gente nada, se duermen como troncos y en cuanto oyen que es su parada despiertan sin más.
Hay muchísimas mujeres que se maquillan en el RER. Pero maquilladas de verdad: me pongo corrector en las imperfecciones, base de maquillaje, sombra de ojos, eyeliner, máscara de pestañas, polvos, colorete... con todo lo que se mueve el tren no sé cómo lo hacen. Además en vez de bolsos parece que lleven maletas, madre mía... eso sí, tiempo ahorran un huevo.
Francia es un país muy multicultural, y eso se puede ver en la calle y el transporte público: gente de todas las nacionalidades vestida de la forma típica de sus países de origen, aunque ya sean franceses. Me llama mucho la atención la de gente que va leyendo el corán, o fragmentos del corán. Y esta mañana se ha sentado a mi lado un hombre que iba leyendo algo sobre cómo no tenía que tragarse la existencia de la evolución, que dios creó a Adán y Eva, no los hizo descender de ningún mono.
Están los músicos que entran al vagón, tocan un rato y pasan la gorra. Por lo general son muy malos, llevan unos amplificadores que hacen que lo que tocan suene peor, pero hay alguna vez que te sorprendes y entra alguien que toca o canta cosas muy bonitas. Pero lo normal es que suba el volumen de la música que voy escuchando y no les haga ni caso.
Luego están los que mendigan, sin más. Algunos te piden directamente, pero hay otros, que son profesionales de la mendicidad, que te ponen una tarjetita en el asiento de al lado contándote su historia y pidiéndote 1euro, 2 euros o tickets de comida, y luego la recogen. Estos me molestan especialmente. Primero porque no son nada hábiles, pase el que pase te pone la misma tarjeta. No sé, invéntate otra historia, que sois personas diferentes y todos teneis dos hijos, estais enfermos y no teneis trabajo. Luego, que muchos van con niños. Yo les mandaba directamente a los servicios sociales por ir a pedir con niños. Y por último, ya van un par de veces que van los niños directamente a dejarte la tarjetita. Esto ya sí que no...
También hay muchos tarados. Hace un par de días entró un hombre diciendo (supongo) tonterías a todo el mundo, envuelto con una sábana, se la ponía por encima de la cabeza y se envolvía. 
Y, cómo no, como en todos los sitios, hay muchos incívicos. Desde los que nos deleitan con su música a todo volumen, hasta los que, como hoy, se fuman su cigarrito tranquilamente en el vagón.
En fin, semana y media más de RER seguro que me dan para muchas historietas más. Ya os las contaré.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Chateau de Vincennes

Hoy, aprovechando que ha salido el sol, y que son las Jornadas Europeas del Patrimonio, he ido al Chateau de Vincennes, a las afueras de París. El acceso es facilísimo, ya que llega hasta ahí la línea 1 del metro, en 15 minutos desde el centro de París has llegado.
El castillo, del siglo XII, alberga el principal centro de historia militar de Francia, y en torno a eso estaba ambientada la jornada de hoy, con gente vestida de militar, un campamento montado en mitad de la campa, disparando cañones... todo muy entretenido.
Cabe destacar también la Sainte-Chapelle, en el centro de la construcción, que es de 1500.
Os dejo algunas fotos que he hecho.

Entrada al recinto del Chateau


Foso

La entrada, pero desde dentro

Uno de los torreones del interior
La Sainte-Chapelle de Vincennes


Para que veais que de verdad estoy aquí

Imagen de las vidrieras y del altar, desde lo alto

Rosetón de la entrada

A cañonazos

Otra vista de la Sainte-Chapelle

Sainte-Chapelle desde la salida del recinto

Ayuntamiento de Vincennes, con el mercadillo medieval

viernes, 14 de septiembre de 2012

El tiempo en París y los parisinos

El tiempo en París es un asco. Partamos de ahí. 

Para el negocio de los que venden chubasqueros y paraguas es buenísimo, turismo va a haber llueva, nieve o truene. Los turistas van con sus capas de lluvia y tan felices, a ver la Torre Eiffel (que también se frota las manos, porque los días de lluvia no se puede subir a pie, y hay que coger el ascensor, que es más caro).
Los parisinos estarán acostumbrados, y que llueva les da absolutamente igual, ellos hacen su vida normal, y al primer rayo de sol que asoma se lanzan como locos a ocupar los parques y hacer la pelouse (no sé si se escribe así, es eso de tirarse en el césped, los gabachos le ponen nombre).
Para los que somos de secano es otra cosa, no sabemos hacer nada si el día está así de feo (todas las actividades de interior son caras hasta decir basta, así que en casa quietos).

Esta semana ha llegado el otoño a París. Así, sin avisar. Empezó la semana con temperaturas de 30 grados, sol, buen tiempo... y de un día para otro empieza el diluvio universal. Bajan las temperaturas hasta los 15 grados máximo, lluvia y fresco en general.
Las personas normales, que somos de Burgos, en cuanto empieza el fresco guardamos las sandalias y los pantalones cortos en el armario y sacamos los zapatos y la cazadora (si somos de Burgos y seguimos en Burgos, los zapatos y la cazadora no se habrán ido en ningún momento del armario, si somos de los que nos hemos ido a Mañolandia habrá que sacar esas cosas de algún sitio catalogado como "ropa de invierno"). Pues los parisinos no. Se aferran al buen tiempo, aún a sabiendas de que no va a volver. No pierden la esperanza de que en algún momento del día se abran un poco las nubes y vean durante 10 minutos el sol. Así que sienten la necesidad de exponer parte de su cuerpo, por si pudiesen hacer la fotosíntesis. ¿Que vamos con jersey y gabardina? No importa, vamos a ponernos unos pantalones piratas y unas sandalias. ¿Llevo un abrigo de invierno? Da igual, yo me pongo una falda corta sin medias, y unas sandalias.

Así que así ando, incubando un catarro gabacho, que seguro que es peor que el español. Y eso que no me he dedicado a mimetizarme con los parisinos, yo voy con mis zapatos, mis pantalones largos, mi jersey y mi chubasquero (de los normales, no de los de turista). Y pensar que en mañolandia sigue siendo verano...

domingo, 9 de septiembre de 2012

Domaine de Chantilly

Ayer sábado, aprovechando el buen tiempo que hace en París, me fui a visitar el Domaine de Chantilly, a varios kilómetros de París.
Chantilly es conocido por la crema de Chantilly (nata), el encaje de bolillos o Chantilly, y por los caballos.

Vista del Chateau desde el otro lado del lago

Compré un Chantilly Passport para tener acceso al Museo Ecuestre, al Chateau y a los jardines.
Lo primero que fui a ver fue el museo ecuestre. El museo en sí un poco birrioso, sólo tenía unos cuantos carruajes (muy bonitos, eso sí) y monturas de todos los tipos. Lo chulo eran los caballos, de todas las razas, y el edificio en sí, que era muy bonito. Y lo mejor, la exhibición de doma ecuestre, y un pequeño espectáculo en el que sacaron a los caballos de raza española y lusitana los hicieron bailar a ritmo de flamenco, con las chicas vestidas de cordobesas, fue muy bonito.


No se ve muy bien, pero éste es Picasso
Después dí una vuelta por las cuadras, había unos caballos muy bonitos, y otros pequeñajos tipo ponys muy graciosos.

Creo que raza Lusitana, precioso
Atención al nombre del canijo, jeje

Después fui a ver el Chateau. No era demasiado grande pero está muy bien conservado, y el interior está repleto de cosas. En él vivía un duque, o al menos lo tenía de segunda residencia, para ir a cazar y cosas así, como se puede observar en la decoración. Os pongo unas fotos.

Vistas desde la escalera

Biblioteca

Como veis, lo de la caza era verdad

Miradme miradme, ahí salgo yo reflejada

Detalle de una de las paredes, impresionante

Por aquí han pasado los Baratheon

Y los Lannister, juas

Encaje de Chantilly

Vistas de la escalera
Tras recorrer el palacio salí a dar un paseo por los inmensos jardines. Hacía mucho calor y ya estaba algo cansada, así que no los disfruté demasiado, pero un paseín sí que me dí.

Los patitos feos, y sus mamás cisnes

Grand Parterre, vista del chateau a lo lejos

Hameau

Este melenas era el duque dueño y señor del lugar

Y después del largo paseo a la solana me volví a la zona de la estación, entré a un bar a tomar algo para hacer tiempo, me cobraron 3,5€ por una cocacola servida de una botella de 2L, y cogí el tren de vuelta a París. Ni a la ida ni a la vuelta me comprobaron los billetes, 16€ que me podía haber ahorrado.


viernes, 7 de septiembre de 2012

Mi humilde morada

Voy a empezar hablando del lugar donde vivo. El año pasado me alojé en el Colegio de España, pero este año decidí buscar piso para mí. Tras intentar infructuosamente que me alquilasen apartamentos, empecé a probar con habitaciones en pisos compartidos. Y subiendo, subiendo, subiendo el precio, al final encontré un sitio que sí que me lo alquilaban. 
Aunque hubiese estado en el culo del mundo, en el barrio más chungo de todos, me lo habría quedado, pero no. El piso está situado en el barrio de Montparnasse, muy cerquita de la torre. 
El barrio es chulísimo, alrededor de casa tengo todas las tiendas que os podais imaginar: de alimentación, de ropa, de chuminadas de esas que tanto me gustana mí... además de cafés, brasseries, restaurantes varios.
En el piso vivimos cuatro personas: la dueña y dos estudiantes, una francesa y otra alemana.
Mi habitación es bastante grande, cama de matrimonio, muy luminosa, es muy agradable. La casa tiene dos baños y comparto con la dueña. El baño es curioso (pero por lo visto bastante frecuente por aquí) porque el nuestro no tiene taza de váter, sino que hay un aseo separado. El de las chicas sí que tiene todo, mucho más cómodo. Así que eso de meterte al baño por la mañana y ya hacerlo todo y salir duchadita y demás no es posible, hay que andar de un lado para otro del pasillo.
La dueña es muy peculiar. Es fotógrafa, hace exposiciones y cosas así. Tendrá unos 50 años más o menos, es simpática y muy dispuesta a ayudar. Se lleva muy bien con las chicas estudiantes y siempre están tomando el té juntas y cosas así. Ahora las peculiaridades: el baño que compartimos lo tiene hecho un desastre. Está limpio, pero tiene un millón de cosas que va desperdigando por ahí y no recoge. Cuando es tu baño en exclusiva no pasa nada, pero cuando lo compartes... El día que llegué había una taza de té en el baño, con su bolsita de infusión, y estuvo allí como 3 días hasta que desapareció. Esta noche me he levantado a hacer pis a las 5 de la mañana (cuando me acosté la dueña no estaba en casa) y estaban todas las luces del pasillo dadas, la de nuestro baño también, pero ella ya estaba metida en su habitación durmiendo. Fui al aseo y pisé algo crujiente, y eran ¡¡cereales!! Los de la dueña son de esos que tienen frutas rojas, y efectivamente, de esos eran. Los recogí, hice pis, y no me acordé más hasta esta mañana que, cuando he cogido mis cereales, he visto que los suyos no estaban... ¿¿¡¡qué habrá hecho con ellos!!??
En fin, esto le da un poco de diversión al asunto de compartir piso con gente que no conoces.
Próximamente más aventuras

jueves, 6 de septiembre de 2012

De vuelta en Paris

Bueno pues al final he dejado esto un poco abandonado... Y como no sabía cómo continuar, pues lo hago ya desde París.
La anterior entrada, en mayo, anunciaba que me iba a París a buscar a mi Soso, pasar la noche allí y volver a Nancy con él a pasar toda la semana. Durante esa semana hubo turismo por Lorraine, comida típica española con los del laboratorio (con plantón de casi dos horas incluído) y vuelta de nuevo a París, para retornar a Mañolandia.
Pues ahora estoy de nuevo en París, esta vez por un mes. Voy a acabar con unos asuntos pendientes del año pasado (cualquiera diría que me voy a cargar a alguien, aunque bien pensado, puede que lo haga), y vuelta a la patria, que ya la echo de menos.
Intentaré contaros más cosas que la vez anterior, sobre la ciudad, los franceses, mi piso, el trabajo...
Sed buenos, leedme y comentadme.