viernes, 4 de mayo de 2012

Las comidas

Iba a escribir esta entrada ayer por la tarde, pero me di cuenta de que escribir sobre comida cuando estás al borde de la hipoglucemia no es conveniente, así que la he dejado para hoy.

Cuando llegué aquí el año pasado y le pregunté a mi jefe sobre la hora a la que salían a comer casi me da un pasmo: 11:30. Yo me imaginaba que sería sobre las 12 y media o así, pero mis compañeros deben ser como nosotros en Zaragoza, de los que van en el primer turno de comidas.
No os penseis que entran a trabajar prontísimo y entonces hace mil horas que han desayunado, qué va, estos llegan entre 8 y 9 al laboratorio, y lo primero que hacen es prepararse un cafe. Yo les veo picoteando toda la mañana, y cuando llegan las 11:20 ya están nerviosos por salir a comer. Así que a las 11 y media ya estamos en el comedor.

El comedor es el típico: llegas, coges bandeja y cubiertos, y empiezas a elegir la comida. Aquí te cobran según lo que coges (cuando estuve en París era precio fijo). Primero los entrantes, que suelen ser ensaladas que te haces tú mismo, y embutidos. Yo nunca cojo entrante porque suficiente tengo con acabarme el plato principal. Luego le dices a la chica lo que quieres de plato principal y los acompañamientos. Es un error pedir patatas fritas porque llenan el plato con patatas y luego ponen encima tu comida, eso es imposible de comer. Es mejor pedir patatas y algo más (yo suelo pedir verduras) y así no es tanto. Y después eliges el postre (es muy difícil no caer en la tentación de coger los miles de pasteles que hay, yo elijo siempre fruta) y ya pagas. El método de pago me gusta mucho, porque tenemos una tarjeta que se recarga, y sólo tenemos que ponerla encima del lector y la cajera te cobra lo que tenga que ser en función del tipo de tarifa que tienes. Mucho más práctico que los vales del comedor.

Ya tienes tu comida y te sientas en la mesa. Alguien va a por agua (nadie se pelea por no ir a por la jarra ni hace sucias triquiñuelas) y entonces empieza la competición: no comen, engullen. Hablan y comentan de vez en cuando, y no les importa hacerlo con la boca llena. Y dejan el plato limpio limpísimo, no quedan ni las raspas. Ayer dejé un trozo de pan sin comer y mi plato era el que más "desperdicios" tenía. ¡Cómo rechupetean el hueso de la chuleta! En media horita se han sentado, han vaciado el plato y se han levantado.

Consecuencias de comer a las 11:30: te hinchas y estás llenísimo hasta más o menos las 4 de la tarde, ¿y luego? empieza un hambre voraz que te hace querer comer todo lo que pillas. Pero no tienes nada (grave error no traer una pieza de fruta, un buey o algo para comer a media tarde), y ves que el experimento se alarga y alarga y alarga... Y al final llegas a casa a las 7 y te parece tardísimo para cenar, estás débil y sin fuerzas y haces un montón de comida, te la comes ansioso y te das cuenta de que has cenado demasiado, pero sigues teniendo ganas de comer (debe ser instinto de supervivencia, comer por si vuelven a pasar un millón de horas hasta tu próxima comida).

Cuando te acostumbras al horario no es tan malo, pero para un español es difícil. Ellos se sorprenden de que a las 11:30 haya gente tomando el café de por la mañana y esas cosas, a mí me parece mucho mejor que meterse un filete en el cuerpo.


3 comentarios:

  1. Reconvirtiendo a Asterix: están locos estos putos gabachos...

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  2. jajajaja, todo es cuestión de práctica, paciencia XD Además, lo bueno de cenar pronto es que te vas a la cama con la digestión totalmente hecha, y es más fácil irse antes a dormir, lo cual no está mal para no cagarse en el despertador al día siguiente XD
    uy, ¿se puede decir 'cagarse' por la tele? jajajaja.

    Por cierto, sobre la discusión acerca de hablar con desconocidos... gracias a eso yo me hice amiga de unos de una secta religiosa en ABQ. Mmm... dicho así suena un poco mal, ¿no? XD

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  3. La verdad es que a todo se acostumbra uno. Lo que pasa es que al principio se pasa hambre. Hoy he comido una salchicha blanca y 5 trozos de brócoli, que ahora mismo andan ya por mis pies. Y hasta las 6 o 7 no cenaré.
    Por esta vez te lo paso, pero a ver si os voy a tener que lavar la boca con jabón a Héctor y a tí, que también ha dicho alguna palabra fea.
    En cuanto a la secta, al menos conocías sus intenciones (buenas o no, eso ya lo juzgas tú), pero yo me puedo imaginar las de esta gente que me para por la calle, y no me gustan, jajajajaja.
    Por cierto, ha comenzado el diluvio, se nota que empieza el fin de semana.

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